viernes, 30 de marzo de 2007

Capítulo 2: "De aquí a la eternidad"

HABITACIÓN PRÍNCIPE ERIK, CASTILLO ESPEJO.

Einon sostenía a Catalina entre sus fuertes brazos. A gritos llamó al curandero, pues pensaba que la joven estaba herida.

La llevaron raudamente a su habitación. Erik intentó levantarse, pero una mirada de su hermano bastó para que desistiera. Erik se sintió extraño, ya que percibió un quiebre en el ambiente que lo llenó de incertidumbre.

ENTRE TINIEBLAS, LUGAR NO IDENTIFICADO.

Catalina corría a duras penas por un suelo extraño, en el que parecía que sus pies se quedaban atrapados. Cada paso era más difícil que el anterior, hasta que la joven cayó al suelo, indefensa.

De pronto escuchó el sonido de espadas chocando una contra otra. Levantó la cabeza y vio cómo dos hombres se debatían a duelo. El uno era un hombre alto y llevaba una corona, el otro, un jovencito. De pronto, el joven dio una certera estocada en el cuello del hombre, quien giró y miró a Catalina, mientras caía al suelo, derramando su sangre alrededor.

Catalina gritó de horror.

HABITACIÓN CATALINA, CASTILLO ESPEJO.

Catalina despertó gritando. Einon estaba frente a ella y, solícito, la abrazó. La joven respiraba agitada. Miró a Einon muy asustada, pero sin decir una palabra, ya que la imagen que viera aún le hería el corazón.

En ese momento, entraron la vieja dama de compañía de Catalina y el curandero. La mujer le dio a su señora un poco de agua, mientras el hombre se acercaba para examinarla. Ella se dejó, aunque no permitió que Einon se apartara de ella.

La angustia llenaba su alma de dudas y miedo.

DÍAS DESPUÉS. CASTILLO ESPEJO.

El castillo entero hervía en actividad. Todos, desde los siervos hasta el último centinela, corrían para dejar el castillo listo para la boda a celebrarse al día siguiente. Los pajes limpiaban las armaduras de sus caballeros, las damas trabajaban afanosas en terminar los bordados del ajuar de la novia, mientras los niños recogían flores en los alrededores del castillo, acompañados por una guardia numerosa de soldados.

Entre tanto, Catalina y Einon paseaban por el pequeño jardín en el que se cultivaban plantas medicinales. El episodio del desmayo había sido olvidado por completo, aunque Catalina no le confío a Einon lo que viera en sus visiones. Pensó que tal vez sólo fueran producto de la preocupación que sentía por Erik y el ataque que sufrieran. O quería preocupar a Einon sin razón.

-Einon, es hermoso, verdaderamente hermoso este lugar -dijo, feliz, mientras pasaba sus manos por entre las flores y hojas.
-Sí... este jardín era el rincón favorito de mi madre, creo que ella estaría gustosa de que tú lo cuidaras –dijo él, nostálgico. Catalina sonrió, pero pronto cambió su expresión.
-Yo quería pedirte un favor -él la miró interesado-. Cuando veía camino de Espejo, vi una cascada, creo que la llaman la Cascada de la Eternidad –Einon asintió. Se miraron unos segundos en silencio. Catalina no se atrevía a decirle. Einon sonrió, instándola a continuar hablando, pero ella mantuvo su silencio. Einon suspiró.
-Y tú quieres ir –dijo él. Ella bajó la mirada, incómoda.- Pero mi señora, es arriesgado salir del castillo ahora, no sabemos si aquellos hombres aún están por estos lugares.
-Pero yo quiero... yo quiero ir a esa cascada contigo -él la miró por unos instantes, y no pudo resistir esos ojos suplicantes-. Quiero que nuestra vida juntos esté llena de felicidad y creo que el poder de esa cascada podría protegernos.
-¿Crees en esa superstición? -ella asintió-. De acuerdo, iremos, pero Alexander y sus hombres vendrán con nosotros.

Catalina sonrió feliz.

HABITACIÓN PRINCIPE ERIK, CASTILLO ESPEJO.

El príncipe Erik descansaba bajo la atenta mirada del curandero. Todo había salido bien, las heridas cerraron rápido, pero aún debía recuperar las fuerzas. El curandero hizo la última revisión a su paciente, y luego le ofreció un vaso con un extraño líquido verde.

-¿Qué es eso? -preguntó el joven, receloso.
-Un tónico que le hará bien, bébalo, mi señor -Erik se apartó un poco, riendo, al tiempo que el curandero insistía en acercarle el vaso.
-Soy valiente, pero no suicida, ¿qué es esa cosa? -Erik ponía su mano entre el vaso y su boca.
-Es para que recupere las fuerzas, mi señor -insistía el hombre.
-No, a mí no me engañas... conozco tus medicinas, así que no tomaré nada que provenga de tus manos.

En ese momento, Catalina entraba a la habitación seguida de Einon.

-Pero tal vez algo que venga de las mías sí -dijo ella, con suavidad.
-¡Lady Catalina! Qué alegría verla, mi señora.

Erik sonreía, mientras ella se acercaba para revisar sus heridas.

-Ya estás bien, pero deberías tomar le medicina que dejé para ti, Erik -Catalina giró y miró cómplice al curandero. Él hizo una leve inclinación.
-¿Segura? -Erik tragó saliva.
-¿Dudas de mí? –preguntó ella, digna.
-No, no, no eso -dijo el joven, como disculpándose-. De acuerdo, tomaré esa... esa cosa.

El curandero le pasó el vaso con medicina y Eric apuró el trago. Por unos segundos lo mantuvo en la boca, a punto de escupirlo, pero el orgullo y las miradas de su hermano y futura cuñada lo obligaron a tragarlo. Sonrió débilmente y se dejó caer en la cama.

-Qué asco -dijo casi para si. Los demás sonrieron.
-Nosotros nos retiramos, llevaré a lady Catalina cabalgar, cuida bien de mi hermano -dijo al curandero. El hombre se inclinó, mientras Erik los miraba picarón.
-A la cascada, querrás decir -bromeó el príncipe. Einon torció el gesto, tomó el vaso de la medicina y amenazó con él a su hermano. Erik hizo ademán de defenderse, pero el juego se vio interrumpido, porque el viejo rey Elios entraba en ese instante. Todos se inclinaron, saludándolo. Algo en el ambiente pareció cambiar. Erik se sintió incómodo.

El rey caminó en silenciosa majestad hasta el lecho de su hijo, el joven príncipe se acomodó, nervioso. Elios lo palmoteó en la espalda, sonriendo levemente.

-Me alegra verte bien, hijo mío. Veo que las manos de lady Catalina son mágicas -la joven bajó la mirada turbada-. El asunto que me trae es importante –miró fijamente a Erik, quien lo miró con gesto serio, aunque preocupado.
-Nosotros nos retiramos, padre –dijo Einon, haciendo una leve reverencia. Catalina lo imitó.
-Vayan con Dios, hijo mío.

La pareja abandonó la habitación. Elios dedicó una mirada dura al curandero, quien hizo una inclinación y se retiró. Luego, suspiró.

-Hijo, necesito que me digas todo lo que pasó en el bosque.

La voz del rey sonó tan impersonal, que Erik tragó saliva. ¿Qué estaba pasando?

CERCANÍAS CASCADA DE LA ETERNIDAD.

Einon, Catalina, Sir Alexander y el resto de la escolta cabalgaban a trote ligero, aunque manteniendo los ojos en constante movimiento, listos ante cualquier ataque. Por lo menos se sentían un poco más seguros, ya que en los últimos días no se había registrado ningún ataque a las caravanas o jinetes que pasaban por el Bosque del Llanto.

Pronto llegaron a la cascada. La frescura de las microgotas de agua los alcanzó, alegrándoles el alma, haciendo que dejaran atrás sus preocupaciones. Catalina sonrió. Einon la ayudó a bajar del caballo, ella lo tomó de la mano y, casi arrastrándolo, lo llevó hacia la orilla de la lagunilla que se formaba a los pies de la caída de agua.

Alexander y los demás se mantuvieron a distancia, vigilantes.

CASCADA DE LA ETERNIDAD.

La pareja caminó en silencio hasta la orilla de la lagunilla. Catalina observaba el lugar fascinada, mientras Einon sólo tenía ojos para ella. Finalmente, Einon se agachó y tomó un poco de agua en sus manos y mojó con ella las manos de su novia. La miró fijamente a los ojos y susurró, [i]“te amaré de aquí a la eternidad”[/i]. Ella sonrió feliz y lo besó con pasión. A su alrededor, todo pareció brillar.

CATACUMBAS, CONVENTO EN RUINAS.

En lo más profundo de las catacumbas, los hombres proscritos del otrora poderoso castillo de la Cruz del Sur discutían su situación. Cedric guarda silencio, mientras sus hombres expresan su furia y frustración ante la oportunidad perdida.

-¡Fue una estupidez dejar con vida al hijo del asesino! ¡Tenías en tus manos la oportunidad de pagar con sangre la ruina de Cruz del Sur y la muerte de tu padre! -vociferaba Sir Fernande, furioso, al tiempo que gesticulaba exageradamente.
-Fernande tiene razón, Cedric, fue la mejor oportunidad -dijo otro, aunque manteniendo la distancia. Cedric los miró serio.
-Sí, tal vez, pero ya pasó y ahora hay que pensar en lo que haremos de aquí en adelante –respondió, sin moverse de su lugar. Fernande lo miró con odio.
-¿Lo que haremos de aquí en adelante? ¿Cómo es eso? ¿Acaso quieres olvidar la muerte de tu padre? ¿Acaso eres un maldito cobarde?

Cedric se movió muy rápido y agarró a Fernande casi por el cuello. Luego, lo empujó contra la pared. Sir Galaen y Sir Darius fueron a separarlos.

-Nadie me dice cobarde, nadie y tú más que nadie sabe lo que guarda mi corazón, Fernande, así que no me provoques -los ojos de Cedric parecían relampaguear de ira. Galaen tiró de él para separarlo de Fernande, mientras Darius alejaba al provocador.
-No vale la pena pelear entre nosotros, caballeros, el enemigo está en Espejo -dijo Galaen.

Cedric se alejó en silencio, presa de la pena y la frustración. Darius se llevó a Fernande a un rincón.

-Ya basta, ¿qué crees que haces? No te dejes llevar por tus impulsos, Fernande. Tal vez fue mejor así, la muerte prematura del hijo del traidor no nos serviría de nada -dijo Darius.
-Qué sabes tú, si lo único que haces es esconderte tras las faldas de Cedric -le respondió Fernande, con desprecio. Darius llevó una mano a su espada, pero fue detenido por Galaen.
-¡Basta! Fernande, será mejor que te retires y pienses muy bien en lo que dices y haces. No necesitamos más muertos en el grupo, bastante falta nos hace sir Caren como para que perdamos uno más –las palabras duras de Galaen terminaron con la disputa. Fernande los miró furioso y se perdió en uno de los pasillos de las catacumbas. Darius soltó su espada y se fue en sentido contrario a Fernande. Galaen movió la cabeza preocupado. Se acercó a Cedric.
-¿Qué harás ahora? –Galaen percibió que algo extraño pasaba con Cedric, pero, como siempre, esperó que fuera el mismo príncipe quien hablara. Pero esta vez, Cedric guardó silencio. Se sentía muy confundido como para contar lo que sentía.
-Yo... necesito estar solo, Galaen, iré a la cascada. Que nadie me siga. Quedas a cargo -Galaen asintió en silencio. Cedric tomó sus armas y se retiró. Galaen y Darius se miraron preocupados.

CASTILLO ESPEJO.

Los preparativos para la boda estaban casi listos. Guirnaldas de flores, cintas de colores y emblemas, que en conjunto daban vida a las frías piedras que formaban la fortaleza. La alegría se pintaba en todos los rostros y por un tiempo parecía que no existían la diferencias entre sirvientes y servidos. Todos trabajaban codo a codo por el matrimonio que prometía una larga prosperidad.

HABITACIÓN LADY CATALINA, CASTILLO ESPEJO.

Lady Catalina miraba sonriente la actividad en el castillo. De pronto, su vieja dama de compañía entró en la habitación, anunciando la llegada del príncipe Erik. Lady Catalina lo saludó afectuosamente.

-Gracias por venir, Erik... puedes retirarte, ama -la vieja señora hizo una reverencia y se fue.
-¿Para qué me necesitas, mi señora? -dijo él, mientras se sentaba en una silla que ella le indicó.
-Quiero hacer algo, pero que nadie se entere, ya bastantes preocupaciones tiene Einon como para satisfacer oto capricho mío.
-¿Otro? -Erik la miró curioso. Ella asintió. Erik se acomodó en su asiento, ya que le gustaba hacer cosas secretas. En cierta forma, aún conservaba su yo travieso que tantos dolores de cabeza le trajeran a Einon en el pesado-. Si es para contrariar a mi hermano, cuenta conmigo -rió.
-Quiero ir a la Cascada de la Eternidad.

Erik la miró desconcertado.

-¿A la cascada? Pero... ¿ayer estuvieron ahí, cierto? -ella asintió-. ¿Entonces, por qué deseas ir otra vez?
-No lo sé –Catalina se levantó y caminó hacia la ventana. Erik la observó con atención-. Es sólo algo que siento aquí –se llevó una mano al pecho-. Necesito ir allá.

Erik evaluó la situación. El peligro era grande si iban sin escolta, y si Einon se enteraba que habían salido solos, el disgusto no esperaría. ¿Cómo hacerlo sin que supieran? Además, su instinto le decía que Einon no le perdonaría que estuviera a solas con Catalina lejos del castillo, sabía que era celoso, aunque no lo demostrara. Pero eso también era un estimulante para contrariarlo, porque Einon era demasiado correcto y todo lo tenía bajo control absoluto, algo que a Erik lo desesperaba. Siempre prohibiendo, siempre no. Sonrió malicioso.

-Bien, cuñada. Tus deseos son órdenes para mí, pero... no sé cómo lo haré para que nadie nos vea... –ella lo miró esperanzada-. Podríamos salir por el pasaje secreto que pasa bajo el castillo y saldríamos al muelle del lago, pero... -se levantó y comenzó a caminar de un lado a otro- bueno, lo único que podríamos hacer es salir esta noche, muy tarde, a la hora en que los centinelas se quedan dormidos -Erik sonrió-. El problema son los caballos, a menos que... -Catalina guardaba silencio- a menos que en el pueblo nos...

En ese momento, Einon entró en la habitación. Por unos segundos miró fijamente a su novia y hermano al descubrirlos a solas. Erik se sintió incómodo, pero Catalina salvó la situación. Caminó sonriendo hacia Einon, borrando del rostro de él cualquier signo de molestia. Él le tomó las manos y se las besó.

-Einon, mi señor, ¿qué necesitas de mí? -dijo ella, tratando de evitar que Einon preguntara por la presencia de Erik.
-Nada, mi señora, sólo vine a avisar que me ausentaré hasta mañana temprano. Iré con mi padre y parte de la tropa a recibir a las últimas caravanas que vienen a la boda. Queremos evitar que los ladrones los ataquen -Erik evitó sonreír y Catalina disimuló su alegría por la noticia. Todo se estaba dando a pedir de boca.

CASCADA DE LA ETERNIDAD, NOCHE.

Cedric caminaba cabizbajo. Sus pensamientos estaban con aquella joven que ahora se encontraba en el castillo Espejo, pero también estaban en la venganza. Cedric tuvo en sus manos el destino del príncipe de Espejo, sin embargo, aunque Perla no lo hubiese detenido, no lo habría asesinado. Su plan era capturarlo y provocar al rey Elios. Pero, ¿sería correcto? ¿No se estaría convirtiendo en algo peor que Elios?

-¿Qué es lo que te atormenta, príncipe Cedric? -la voz queda de Escarlata hizo que el corazón de Cedric saltara en su pecho. Siempre aparecía cuando más la necesitaba. Cedric miró su reflejo en el agua.
-Nada de lo que tú no sepas, Escarlata -los ojos tristes de Cedric conmovieron a Escarlata, quien se materializó junto a él.

ORILLAS DEL LAGO ESPEJO, NOCHE.

Un bote de detuvo a orillas del lago. Desde él descendieron presurosas dos figuras encapuchadas. Se dirigieron a paso ligero hacia los árboles cercanos, donde los esperaba un sirviente con dos caballos.

-Vamos, debemos movernos rápido, lady Catalina -susurró Erik oculto tras la capucha.

Llegaron junto a los caballos y ya se disponían a subir a ellos, cuando sintieron los pesados pasos de varios caballos que los rodearon. Catalina se ocultó tras Erik.

En un primer momento, Erik pensó en los ladrones del Bosque del Llanto y sacó su espada, dispuesto a pelear.

-Baja tu arma, príncipe Erik, no es necesaria -era la voz tranquila de sir Alexander. Erik guardó su espada.
-Sir Alexander, buen susto nos diste.
-Sí, pero tú eres muy imprudente, príncipe Erik. ¿Adónde ibas con tanta prisa y sigilo? ¿Y por qué lady Catalina quiere huir del castillo, aprovechando que su novio no está? -lady Catalina bajó su capucha, dejando al descubierto su rostro y cabello suelto al viento. Era una visión angelical que turbó a los hombres.
-No estaba huyendo, sir Alexander. Sólo pedí a Erik que me llevara a la Cascada de la Eternidad -respondió ella sin un ápice de nerviosismo en su voz. Los hombres de Alexander la miraron en silencio, impresionados por su regia actitud. Alexander bajó de su caballo y se paró frente a la joven.
-Mi señora, si algo le pasara, el príncipe Einon no nos lo perdonaría. Volvamos al castillo -Alexander ofreció su mano a lady Catalina, pero ella retrocedió unos pasos.
-Nada malo me sucederá, el príncipe Erik irá conmigo. No tardaremos -respondió ella, decidida. Erik miraba a Alexander sin hacer un gesto. Ella le mantuvo la mirada. Alexander, sorprendido, no atinaba a responder. Finalmente, movió la cabeza y habló.
-Bien, ya que no puedo imponerme a usted, mi señora, iré con usted y el príncipe.
-No, muchas gracias, sir Alexander.
-Pero, mi señora...
-No, nos moveremos más rápido y en silencio solos, confío en Erik -y sin decir más, subió a su caballo. Erik hizo lo mismo en silencio y juntos partieron, perdiéndose rápidamente entre los árboles. Sir Alexander le pidió a dos de sus hombres que los siguieran.

CASCADA DE LA ETERNIDAD.

Cedric permanecía en silencio junto a Escarlata, quien lo miraba con ojos llenos de ternura y comprensión. Sabía que él sufría mucho, pero poco podía hacer para aliviarlo de la carga que significaba vengar la muerte del rey de la Cruz del Sur. Muy poco.

-Escarlata, ya no sé si es correcto odiar tanto... ya no sé si es correcto lavar con sangre la tumba de mi padre. Tanto tiempo ha pasado y nada logramos, absolutamente nada. Estoy cansado, cansado de toda esta masacre, cansado de luchar, cansado de vivir escondido y... -Cedric guardó súbito silencio. Miró hacia otro lado, ya que estuvo a punto de revelar el verdadero motivo por el que se sentía tan desdichado. Escarlata lo acarició en la mejilla.
-Hay algo más, ¿no es cierto?

Cedric le tomó una mano y la besó con cariño. Luego, bajó la cabeza, triste. Ella lo acarició en la cabeza, tal como una madre con su hijo. Sí, como una madre, tal como había sido ella para él durante los últimos veinte años. Cedric levantó la cabeza, con los ojos brillantes por las lágrimas que se habían acumulado en ellos.

-Yo...
-Shht, silencio... -dijo ella, poniendo atención-. Se acercan dos caballos, debes esconderte, ¡pronto!

Cedric no esperó ni un segundo y desapareció entre los matorrales cercanos, desde donde observó la llegada de los extraños.

Erik avanzó hacia la cascada, observando atentamente a su alrededor. Cuando se sintió seguro, bajó del caballo y ayudó a lady Catalina a bajar del suyo. Por unos instantes la tuvo en sus brazos y sintió que un escalofrío le recorría la espalda. El pulso se le aceleró y la miró fijamente a los ojos. Catalina le devolvió una mirada de curiosa. Erik reaccionó, alejándose de ella en el acto.

-Perdón, yo... voy a revisar los alrededores, no tardaré mucho -Erik se alejó turbado. Catalina lo vio alejarse, luego, caminó hacia la lagunilla y se arrodilló, observando su reflejo en el agua, alumbrado por la sepulcral luz de la luna nueva.

Cedric sintió que el corazón se le saldría por la boca al ver a lady Catalina. Indeciso, retorcía sus manos, presa de la ansiedad. Escarlata observaba en silencio y confirmó sus sospechas: el amor había tocado el alma de su querido Cedric. Sonrió y desapareció.

El príncipe proscrito se deslizó como un fantasma, hasta situarse justo tras Catalina, quien estaba absorta mirando la lagunilla. De pronto, la concentración de la dama se vio interrumpida por la suave respiración de Cedric cerca de ella. Giró asustada, rozando con sus pies el agua.



Fue un instante en que todo pareció desparecer a su alrededor. Cedric, cautivado por la belleza de la joven, tendió su mano hacia ella en silencio. Las palabras estaban de más. Ella, hechizada por aquellos ojos oscuros en los que parecía perderse, puso su mano en la de él. Cedric avanzó un paso, rozando el agua. Lo que pasó nadie más que las almas descarnadas que por ahí pasaron, vieron. Una luz extraña pareció rodearlos, y una felicidad que nunca antes habían sentido, los invadió. Cedric y Catalina comenzaron a alejarse de la cascada, adentrándose en el bosque, sin prestar atención a nada más que ellos mismos.

LINDES DEL BOSQUE DEL LLANTO, LÍMITE CON LAS PRADERAS DE LA UNIÓN.

El rey Elios había establecido el campamento poco después de la puesta del sol. Su pequeño ejército de caballeros y soldados se había topado con las caravanas de invitados a la boda en las Praderas de la Unión, por lo que aún se encontraban a salvo de la amenaza de los ladrones del bosque.

Einon descansaba recostado sobre una roca, mirando la luna e imaginando que era el rostro de su amada Catalina. De pronto, sintió en su pecho una opresión tan grande, que sintió que le faltaba la respiración y, por unos segundos, la luna pareció teñirse de rojo.

Einon supo que algo grave había pasado en su ausencia.

CASCADA DE LA ETERNIDAD Y ALREDEDORES.

Erik regresó a la cascada a buscar a Catalina para llevarla de vuelta al castillo. Aún se sentía perturbado por lo que sintiera teniendo a lady Catalina en sus brazos, y se reprochaba por eso.

Llegó al lugar en que la dejara, pero no la encontró. Preocupado, miró hacia todos lados, prestando atención a las huellas cerca de la orilla. Descubrió las de lady Catalina y otras junto a las de ella. Desesperado, sacó su espada y siguió las huellas que se alejaban de la cascada. A los pocos minutos, vio a lady Catalina y a un hombre. Sin pensarlo dos veces, se lanzó contra él.

Cedric vio venir a Erik y de un suave movimiento puso a lady Catalina tras de si, protegiéndola. Sacó su espada y detuvo el ataque del joven príncipe. Intercambiaron unos cuantos golpes, pero pronto, Cedric desarmó a Erik, lanzando la espada de éste lejos. Un último movimiento y Erik se vio con la espada rozándole el cuello.

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sábado, 10 de febrero de 2007

Personajes: Protagonistas y Principales

Protagonistas

Lady Catalina
(Sophie Marceau)

Es una joven noble de la familia Corez. Sus padres concertaron el matrimonio con el Príncipe Einon desde su nacimiento. Catalina y Einon se enamoran perdidamente, prometiéndose amor eterno junto a la Cascada de la Eternidad.

Antes de su boda, Lady Catalina va a la Cascada, ya que la leyenda cuenta que el amor y la felicidad serán eternas, si alguien se baña en sus aguas. Allí conoce a Cedric, confundiendo sus sentimientos casi al borde de la locura.



Príncipe Einon
(Mel Gibson)

Bravo príncipe del reino Espejo, es famoso por sus hazañas en batallas contra hombres y bestias en toda Terrais.

Su más grande triunfo, a los 17 años, fue el haber conquistado y destruido el Castillo de la Cruz del Sur, célebre por su riqueza y por la locura de su rey, a quien se le atribuye la muerte cientos de personas, entregadas en sacrificio al Dragón Negro.

Ama a Catalina con locura y sería capaz de enfrentarse al mismísimo dragón por su causa.

Príncipe Cedric
(Viggo Mortensen)

Príncipe del Castillo de la Cruz del Sur, tenía 12 años cuando Einon y su ejército destruyeron su hogar. Fue herido mientras defendía a su padre, quien moriría a manos de Einon.

Juró venganza y ha vivido los últimos 20 años planeándola. Al conocer a Catalina, sus prioridades cambian, y sólo desea hacerla su esposa. Le jura amor eterno en la Cascada de la Eternidad.

Principales

Príncipe Erik
(Leonardo Di Caprio)

Hermano menor de Einon, era apenas un niño cuando fue la destrucción del castillo de la Cruz del Sur. Inquieto por naturaleza, sus andanzas lo llevan a lugares en los que descubrirá la verdad del supuesto rey loco.

En una de sus correrías, conoce a Lady Amatista, de quien se enamora. Con el tiempo descubrirá que la joven está comprometida con León, hijo de una pirata, con quien traba una férrea amistad.

Lady Amatista
(Natalie Portman)

Joven de misterioso pasado, se dice que es hija de un conde de lejanas tierras, quien la ocultó de sus parientes por ser hija ilegítima. Ama a León, pero la llegada de Erik la hace cuestionarse sus deseos de seguir la vida que León le ofrece.

Es experta en el manejo de la espada, y sabe cómo guiar un barco, conocimientos adquiridos por su estadía en el "Viuda Negra", barco de la pirata del mismo nombre y quién es además la madre de León.


León
(Orlando Bloom)

Hijo de la capitana Viuda Negra, es intrépido, hábil espadachín y navegante. Gusta de la vida en el mar, pero a veces quisiera establecerse en algún lugar, donde construir una granja y formar una familia junto a Amatista.

Salva la vida de Erik en una de sus tantas aventuras, convirtiéndose en grandes amigos, tanto que darían la vida el uno por el otro. Su gran capacidad de observación y análisis, le permitirán descubrir, junto a Erik, la verdad de muchas cosas que rodean la vida en el reino de Espejo y sus vecinos.

Sir Alexander
(Kevin Costner)

Es la mano derecha del Príncipe Einon. Caballero leal y arrojado, no dudará de las órdenes de su comandante, aunque a veces éstas signifiquen arriesgar la vida más de la cuenta.

Recela del hermano mago del rey, a quien culpa de todas las desgracias ocurridas en el reino de la Cruz del Sur y los alrededores, debido a que el mago despertó en su juventud al Dragón, como prueba de sus capacidades mágicas. Intentará por todos los medios eliminar al mago, hasta que se dé cuenta de su gran error.

Sir Fernande
(Adrian Paul)

Mano derecha del Príncipe Cedric, se opondrá firmemente a las dudas de Cedric, cuando éste le confíe su amor por Lady Catalina. Envidioso de la suerte del príncipe, será fácil presa del Espíritu Errante, misterioso ser quien lo convencerá de mantener a Cedric en contra de Einon y el Rey.

La secreta recompensa a la que aspira es la mano de Lady Catalina, prometida por el Espíritu Errante a cambio de sus servicios.

jueves, 1 de febrero de 2007

Capítulo 1: "Pesadilla"


ALREDEDORES CASTILLO DE LA CRUZ DEL SUR

El antiguo castillo se alzaba imponente ante los guerreros, que se enfrentaban cruzando sus espadas una y otra vez.

Decenas de muertos yacían sobre el pasto manchado de sangre, enredados entre restos de armaduras y armas maltrechas ya por la larga lucha.

Destacaba un altísimo hombre de negra barba, quien llevaba una corona sobre su yelmo, clara señal de su condición de rey. Frente a él, un joven de 17 años lo atacaba sin descanso, pero con decisión. El rey sólo esquivaba sus golpes, negándose a la pelea.

Pero el destino tocó la última hora del rey. La espada del joven caballero le atravesó el cuello, única parte vulnerable de su armadura. El grito de agonía subió al cielo, llegando a oídos del joven príncipe Cedric.

Él, apenas un niño de doce años, esquivó a los guardias que lo mantenían a salvo, apartados de la lucha a distancia. Tomó una espada y fue directo en contra del asesino de su padre.

Mientras el cuerpo del rey caía inerte al suelo, Cedric dejó caer su espada sobre el enemigo, quien lo detuvo con facilidad.

-Muere -fue lo último que escuchó, antes de que se sumiera en la oscuridad de la inconciencia.

HABITACIÓN CASTILLO ESPEJO

En la oscura habitación alumbrada sólo por las llamas de la chimenea, dormía Einon, príncipe del castillo Espejo. Despertó de golpe, sudando. La pesadilla que lo había acompañado desde hacía veinte años, desde que mató al viejo rey de Cruz del Sur, volvía a atormentarlo.

Se sentó, respirando con dificultad. ¿Por qué la pesadilla volvía justo ahora que comenzaría una nueva vida?

Se levantó y fue hacia la ventana, desde donde observó la noche. Allá, lejos hacia el oriente, estaba la que sería su esposa, lady Catalina. Hacía cinco días que su padre había mandado a su hijo menor, el príncipe Eric, a buscarla y así celebrar la boda por tanto tiempo prometida. Lady Catalina, la más bella flor que pudiera encontrarse en Terrais...

PRADERAS DE LA UNIÓN, DÍAS DESPUÉS

La caravana avanzaba despacio, pero a paso firme. Estaba formada por cinco caballeros, quince soldados y algunos criados, los que custodiaban al más precioso tesoro de la familia Corez del reino costero del Mar de Lino, lady Catalina.

El príncipe Erik, hermano menor de Einon, comandaba el grupo. Tenía apenas veintidós años de edad, pero ya era todo un guerrero, respetado y querido por quienes lo conocían y servían.

Erik cabalgaba junto al carruaje que llevaba a lady Catalina. De vez en cuando, ella observaba hacia las vastas llanuras, con ojos soñadores, y él se acercaba solícito. Prestó especial atención a una hermosa cascada, ubicada a unos kilómetros del castillo.
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-Sir Erik, ¿qué lugar es ése? Es precioso -comentó ella, maravillada.
-Es la Cascada de la Eternidad. Los campesinos dicen que quien se bañe en sus aguas, tendrá felicidad eterna. También las parejas van a hacer votos de amor allí -contestó él, sonriendo.
-Algún día iré -dijo ella, convencida.
-Yo creo que mi hermano estará complacido en llevarla, mi lady...

La conversación fue interrumpida por el galope de un caballo. Era el soldado que había sido enviado al castillo a anunciar la llegada de la caravana.

-Príncipe Erik, señor, el príncipe Einon ya está al tanto de nuestra llegada. Enviará un destacamento para reforzar la escolta -Erik lo miró extrañado.
-¿Reforzar la escolta? ¿Pasó algo mientras no estábamos?
-No, señor, pero el príncipe está preocupado.
-Bien, puedes retirarte.

El soldado se alejó. Eric mantuvo el ceño fruncido. Luego, sonrió a lady Catalina y se despidió. Cabalgó hacia el frente y ordenó a dos de sus caballeros que lo acompañaran.

SECTOR ESTE DEL BOSQUE DEL LLANTO

Ocultos por el denso follaje, un grupo de no más de diez hombres observaban con ojos fieros el camino abierto a través del bosque. Seguían atentos los pasos de los recién llegados.

Erik y sus hombres se adelantaron a la caravana, manteniendo sus sentidos alertas. El silencio dominó el paisaje. El príncipe podía escuchar su respiración y la de sus hombres. La tensión estaba al máximo.

Los del bosque, a la señal de su comandante, sacaron sus armas y se ubicaron formando un abanico en torno a Erik. El príncipe detuvo su caballo y llevó su mano a la espada, preocupado. Segundos después, cuatro encapuchados, comandados por un hombre que usaba un llamativo, aunque viejo, yelmo, salieron de su escondite, cayendo sobre el trío.

Más atrás, algunos de los de la caravana espolearon a sus caballos para ir en ayuda de sus compañeros. El resto retrocedió, intentando mantener a salvo a lady Catalina.
Erik se debatía contra el hombre del yelmo. Éste le asestó un corte en la pierna y el príncipe cayó al suelo. Otro corte más en su mano y soltó la espada. El atacante estaba a punto de dar el golpe de gracia, cuando una figura transparente lo detuvo. Erik sólo vio una vaporosa mano y unos ojos que lo miraban compasivos. Finalmente, el hombre dio una patada en la cara al joven, dejándolo inconciente.

En ese momentos llegaron los soldados de escolta de la caravana. Lograron salvar a sus ya malheridos compañeros, pero fueron atacados por otros encapuchados que se unieron a los anteriores, mientras el resto iban tras lady Catalina.

OTRO SECTOR, BOSQUE DEL LLANTO

El hombre del yelmo tomó el caballo de Erik y cabalgó directamente al carruaje que llevaba a lady Catalina. A espadazos logró quitar del camino a los soldados y caballeros que la custodiaban, mientras los hombres que lo acompañaban, robaban parte de las cosas que llevaban las carretas.

De un tirón arrancó la cortina que cubría una de las ventanillas del carruaje. Al ver a lady Catalina, se detuvo, extasiado. Catalina quiso huir, pero él la tomó firmemente del brazo, intentando sacarla del carruaje. Ella se debatió con desesperación.

Una flecha atravesó el aire, cortando la vida de uno de los hombres que estaba cerca del comandante de los hombres del bosque, quien soltó a lady Catalina.

-¡Al bosque, al bosque! -ordenó, mientras daba la última mirada a la dama, para luego perderse entre el follaje.

BOSQUE DEL LLANTO

Mal hubiese terminado la aventura, de no mediar la intervención del contingente comandado por el príncipe Einon. Con certeros flechazos, hicieron huir a los atacantes, salvando a la caravana.

Einon cabalgó hasta donde estaba tendido su hermano, asistido por un subcomandante. De un salto bajó de su caballo y se arrodilló junto a él.

-¡Erik, Erik! -Einon intentaba despertarlo, mientras sus hombres ayudaban al resto de los heridos, aseguraban los alrededores y reunían a la caravana dispersa.
-Esta mal herido, mi señor. Debemos llevarlo de prisa al castillo, puede que esos mal nacidos intenten atacar de nuevo -dijo el subcomandante de la tropa.
-De acuerdo. Que lleven a Erik en una de las carretas... y Lady Catalina, ¿dónde está? -el subcomandante indicó el carruaje.

El carruaje y el resto de la caravana ya venían en camino. Varios sirvientes se acercaron al inconciente príncipe Erik y lo subieron a una carreta. Mientras, Einon corría hacia el carruaje, para ver a su amada.

De un tirón abrió la puerta.

-Mi señora, ¿está usted bi...? -Einon se quedó sin habla al ver a la hermosa Catalina. Ella lo observaba asustada, con lágrimas en los ojos. Se quedaron en silencio, como flotando en un mar de sensaciones de los que fueron sacados por la voz del subcomandante.
-¡Ya estamos listos! ¡Avancen!

Einon sonrió aliviado y Catalina sólo inclinó la cabeza, suspirando.

BOSQUE DEL LLANTO, INTERIOR

Los hombres descansaban sentados en el suelo o en troncos caídos. El comandante tiró lejos su yelmo, furioso ante la oportunidad perdida. Una figura vaporosa comenzó a materializarse a su lado.

-¡Perla, no debiste intervenir! -dijo el hombre, enojado. La joven de cabellos castaños se estremeció. A poca distancia, dos mujeres más se materializaron.
-No la culpes, príncipe Cedric, ella sólo ha hecho caso de sus instintos -la defendió Zafiro, de largos cabellos negros. Cedric la miró, suspirando, aunque aún estaba muy molesto. Se le acercó la tercera mujer, Escarlata.
-Cedric, por favor, no seas tan duro. Perla no soporta la muerte ni en sufrimiento... -los ojos suplicantes de la mujer lo conmovieron. Cedric miró hacia otro lado, algo turbado.
-Lo sé, Escarlata, lo sé... perdóname, Perla...

La joven sonrió y tomó la mano de Cedric. Él le respondió con una leve inclinación de cabeza. Luego, dejó a las damas y se dirigió a sus hombres.

-Es hora de regresar a Cruz del Sur. Dejaremos pasar algunos días, antes de volver a atacar a alguna caravana que vaya o venga de Espejo. ¡En marcha!

PATIO CASTILLO ESPEJO

El enorme puente levadizo del castillo Espejo descendió lentamente, permitiendo que la caravana entrara.

El rey Elios, advertido por sus centinelas de la llegada de la maltrecha caravana, había dejado sus regias vestiduras, para usar la armadura e ir a combatir. Sabía que en el bosque se había instalado una pandilla de ladrones, que causaba graves daños a la economía del castillo al robar a los viajeros que se aventuraban por ese territorio, y estaba decidido a acabar con ellos.

La caravana entró en silencio y se detuvo frente al rey. Einon ordenó que llevaran a su hermano a sus habitaciones, mientras organizaba a los sirvientes para que ubicaran las pertenencias de lady Catalina.

El rey Elios se acercó Erik con el ceño fruncido. Con un gesto, ordenó a sus sirvientes que se lo llevaran. Sacudió la cabeza, frustrado, mordiendo su furia. El muchacho parecía un muerto de lo pálido que estaba.

-Veo que tu corazonada fue cierta, hijo mío... Debemos ir y encontrar a esos mal nacidos, ¡y vengar esta afrenta! -Einon lo miró triste.
-Padre, por favor, no creo que debamos hacerlo ahora...
-¡Pero han herido a tu hermano! -replicó el rey, desesperado.
-Lo sé, pero no creo que él quisiera que expusiéramos nuestras vidas, ahora que el día de mi casamiento está tan cerca.

Elios miró a su hijo y estuvo a punto de continuar con la discusión, pero luego suspiró.

-Tienes razón, hijo, tienes razón... Tu prudencia es lo que más admiro de ti.
-Ya habrá tiempo para la justicia, padre -Einon lo abrazó. Luego, se acercó al carruaje y ayudó a Catalina a descender.

Ella lo miró conmovida. La última vez que se vieran, fue durante el segundo casamiento del padre de ella, hacía más de 15 años. Para ese entonces, Catalina era muy joven, pero ya estaba destinada a casarse con Einon. Y ya desde entonces se amaban.

El viejo rey Elios sonrió levemente al ver a su futura nuera.

-Mi señora, dichosos los ojos que la ven sana y salva.
-Más dichosos son los míos, al ver a mi novio a salvo, aunque me preocupa la salud de mi cuñado... ¿dónde se lo han llevado?

Ambos hombres se sorprendieron ante el cambio de actitud de la joven. De un segundo a otro, dejó de ser una delicada mariposa a una señora en gloria y majestad. Einon le ofreció un brazo, ella puso su delicada mano en él.

-Mi hermano fue llevado a su habitación, mi señora.
-¿Puedes llevarme, Einon? Puedo ayudar al curandero, en mi hogar recibí adiestramiento en las artes de curación -Einon asintió en silencio. Condujo a su dama hacia el castillo, mientras el rey los observaba satisfecho. Excelente elección había hecho. Sí, excelente elección.

HABITACIÓN PRÍNCIPE ERIK, CASTILLO ESPEJO

Erik descansaba en su cama, mientras un curandero y el sacerdote lo asistían con hierbas y rezos. Estaba pálido por la pérdida de sangre, y el curandero no sabía cómo detener la hemorragia que se desató al tratar de limpiar una de las heridas. En ese momento, lady Catalina entró, escoltada por el príncipe Einon.

-¡Mi señor, no deberían estar aquí! -dijo el hombre, mirando a la pareja muy asustado.
-No debe preocuparse, yo lo ayudaré -dijo Catalina, luego de percibir la tensión que invadía al hombre. El curandero, anonadado, no hizo ningún movimiento, mientras observaba la seguridad con que Catalina comenzó a trabajar.

La joven revisó primero las heridas de Erik, quien se quejaba débilmente. Luego, estudió las hierbas que estaban usando para curarlas. Meneó la cabeza. Envió al curandero a buscar un pequeño cofre que estaba en su carruaje, mientras limpiaba las heridas del joven príncipe y preparaba unas vendas.

A los pocos minutos volvió el curandero, trayendo en sus manos el cofre. Lo dejó en una mesita que estaba junto a la cama del herido. Catalina extrajo de él otras hierbas y bálsamos, con los que untó las heridas las que, milagrosamente para el sacerdote y el curandero, dejaron de sangrar. El sacerdote salió de la habitación para anunciar las buenas noticias: el príncipe se salvaría.

Einon se acercó a Catalina.

-Gracias, mi señora, gracias por salvar a mi hermano -dijo él, sonriendo.
-Sólo era mi deber, mi señor, Erik no se merecía esto. Esos hombres... esos hombres... -la furia comenzaba a pintar sus hermosos ojos. Einon la miró sorprendido y se llevó una mano a la boca, haciendo ademán de guardar silencio.
-Shhht, no hables más. No es el momento -ella lo miró triste, asintiendo. Luego se levantó y dio unos pasos hacia la puerta, pero casi al instante sintió que el mundo desaparecía ante ella y, agotada, se desmayó. Einon alcanzó a recibirla en sus brazos.
-¡Catalina, Catalina!


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domingo, 21 de enero de 2007

Introducción


Escribir esta novela virtual, foronovela o blog-novela, como quieran llamarla, fue todo un reto, ya que era la primera vez que escribía teniendo un público crítico y entusiasta dándome su opinión acerca de ella.

Y fue gracias a un concurso en el portal Fotech.cl que me atreví y publiqué esta historia en la que se mezclan caballeros de capa y espada, piratas, magos, dragones y un sinfín de otros personajes. Hoy estoy republicando los capítulos en este portal (por un gran cambio de estructuración), pero también me decidí a crearle su propio blog para hacerla una blog-novela con todas las de la ley.

El siguiente paso es re-escribirla, ya que hay muchos cabos sueltos y mucho material que da posibilidades de seguir escribiéndola. Además, ya tengo estructurada la segunda parte, pero ésa irá publicada directamente al papel (lo mismo que la versión 2 de "Sangre y Espada").


SANGRE Y ESPADA

En un mundo en que la fuerza y la espada se imponen, dos guerreros se ven enfrentados por culpa del amor y la venganza, en una guerra en que el Bien y Mal no son lo que parecen.

La Historia

Hace veinte años, Einon, príncipe de Espejo, mató al rey del castillo de la Cruz del Sur en frente de su hijo, el joven príncipe Cedric.

Ahora, Cedric regresa para vengarse, sin imaginar una nueva gran tragedia que se desataría, al conocer a lady Catalina, novia de su enemigo, el príncipe Einon.

Sus sentimientos por Catalina y su deseo de venganza, se verán enfrentados una y otra vez, incluso llevándolo a tener conflictos con sus aliados, aquellos que quieren vengar la muerte del rey de Cruz del Sur y la destrucción de su reino.

Mientras, las dudas y la culpa por la muerte del Rey Loco corroen a Einon, quien intentará mantener el poder, el amor de Catalina y la fama de guerrero justo y bravo, al punto de ofrecer su vida por los errores del pasado.

Príncipes, damas valerosas, reyes, magos, piratas y seres sobrenaturales cruzarán sus caminos en Terrais, el mundo en el que conviven. El destino los llevarán a descubrir grandes secretos, que significarán muertes, confusión de sentimientos y la verdad de quien llamaban el Rey Loco de la Cruz del Sur.

Yamila

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